No todos los SUVs rinden como prometen: entre averías tempranas, consumos reales por encima de lo declarado, seguros caros y depreciaciones aceleradas, hay modelos que castigan el bolsillo desde la entrega.
Este ranking señala cinco casos con señales rojas recurrentes en costos y fiabilidad percibida, para evitar compras impulsivas que se transformen en gastos encadenados.
El objetivo es simple: prevenir dolores de cabeza con ruedas y proteger el presupuesto a medio plazo.
1. Chevrolet Equinox
La Equinox arrastra una reputación irregular en fiabilidad y mantenimiento, con reportes de electrónica caprichosa y consumos reales alejados de lo esperado en ciudad. A esto se suman seguros que no suelen ser baratos en su segmento, elevando el costo mensual por encima de alternativas más sólidas.
En reventa, el valor tiende a caer más rápido que el promedio, lo que agrava el costo total de propiedad. Cuando el plan es “comprar, usar y olvidar”, la combinación de consumo, depreciación y potenciales visitas a taller no ayuda.
2. Jeep Compass
El Compass ha sido criticado por su relación precio–prestaciones y por una electrónica de asistencias que, en algunas unidades, resulta más molesta que útil en tráfico real. El consumo urbano es sensible al estilo de manejo, y puede dispararse por encima del declarado.
El valor de reventa no acompaña como en rivales japoneses o coreanos mejor afinados, y los costos de mantenimiento programado tienden a sentirse antes de lo previsto. Si se busca paz mecánica y gasto contenido, hay opciones más dóciles y predecibles.
3. Dodge Durango
El Durango ofrece músculo y espacio, pero lo paga en consumo elevado y primas de seguro que asustan a más de un presupuesto. Su masa y planteamiento mecánico encarecen frenos, llantas y varios insumos de desgaste, haciendo que cada servicio pese más.
La depreciación golpea cuando se buscan versiones altas de equipamiento; la suma final suele sorprender al vender. En familias que priorizan costos y serenidad, es fácil arrepentirse al tercer recibo de seguro y la segunda visita al taller.
4.GMC Terrain
Aunque luce bien por fuera, el Terrain padece el síndrome de “más imagen que sustancia” en la ecuación de valor. El consumo real, la afinación de caja en tráfico denso y la calidad percibida en ciertos acabados no justifican las cuentas a final de mes.
En reventa, el mercado es exigente y descuenta rápido; el diferencial de precio frente a rivales mejor evaluados se convierte en pérdida cuando toca cambiar. Si el objetivo es costo total bajo y fiabilidad constante, hay alternativas claras.
5. Alfa Romeo Stelvio
El Stelvio enamora por chasis y diseño, pero seduce a la billetera… para vaciarla. Mantenimiento, piezas y tiempos de taller pueden volverse una rifa; además, las pólizas suelen ser más caras por perfil de riesgo.
La depreciación es severa fuera de nichos muy entusiastas, por lo que el costo total de propiedad se dispara. Para quien busca un SUV sin dramas ni sobresaltos financieros, es una apuesta estética que rara vez cierra en números.